miércoles, 8 de diciembre de 2010

Kevin Mitnick

Kevin David Mitnik, alias “El Cóndor”, nació el 6 de agosto de 1963 en Van Nuys, un pequeño pueblo al sur de California. Hace 41 años. Kevin no tuvo una infancia fácil. Sus padres se divorciaron, y el entorno en el que creció supuso una de las causas que le llevaron a encerrarse en casa y permanecer en soledad, momento (1970s) en el que fue seducido por las mieles de la informática; en concreto, por el poder que entrevio que podía obtener a través de las redes telefónicas. De hecho, a pesar de que Kevin ha recibido calificativos tan diversos como hacker, cracker, pirata informático y otras palabras nada agradables que eludo mencionar, lo cierto es que en esencia, Mitnik siempre ha sido un Phreaker; el mejor phreaker de la historia, según muchos.


Desde muy joven sintió curiosidad por los sistemas de comunicación electrónica, cultivando y desarrollando un deseo cuasi obsesivo por investigar, aprender y lograr objetivos aparentemente imposibles. En la adolescencia Mitnick ya se había convertido en todo un fenómeno. A los 16 años marca su primera línea tras la barrera del “lado oscuro”, del que ya nunca se separaría: se saltó la seguridad del sistema administrativo de su colegio; sin embargo, no lo hizo para alterar las calificaciones escolares, como podría pensarse, sino “solo para mirar”.

De aquí en adelante comenzaría su andadura como delincuente. La fecha, 1981. Kevin y dos amigos suyos irrumpieron en las oficinas de Cosmos (Computer System for Mainframe Operations) de la compañía Pacific Bell - que era una base de datos utilizada por la mayor parte de las compañías telefónicas norteamericanas para controlar el registro de llamadas -. Una vez allí obtuvieron la lista de claves de seguridad, la combinación de las puertas de acceso de varias sucursales, y manuales del sistema COSMOS, entre otras cosas. De hecho, se comentó que lo sustraido por Mitnick y sus amigos tenía un valor equivalente a 170.000 euros.

Usando ingeniería social utilizaron sus seudónimos y números de teléfono en uno de los escritorios de la habitación. Así, usaron el nombre falso de “John Draper”, quien era un programador informático muy conocido, y también un legendario phreaker conocido como “Captain Crunch”. Los números de teléfono fueron derivados a otras rutas. Sin embargo, esta actuación estaba lejos de considerarse un éxito. Un directivo de una compañía telefónica pronto descubrió estos números de teléfono y lo puso en conocimiento de la policía local que comenzó a investigar. Debido a que la novia de uno de sus amigos, intimidada por lo que pudiera pasar les delató a la policía, Mitnick fue condenado por una corte juvenil a tres meses de cárcel y a un año bajo libertad condicional, gracias a que todavía era menor de edad. Ese fue su primer paso por la cárcel, que no el último

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